Una herramienta para salvaguardar a las empresas
En estos tiempos de crisis económica es común que las empresas o instituciones reduzcan sus gastos como una medida precisa de salvaguardar su patrimonio; muchas de estas empresas deciden dejar de invertir en programas de capacitación ética como parte de las medidas de reducción, lo que representa en un futuro mayores pérdidas económicas, al dejar de capacitar al empleado en dicha área se deteriora la cultura de la legalidad y las malas acciones (fraudes, robos, etc.) empiezan a ser constantes.
La encuesta más reciente de fraude y corrupción realizada por KPAG refleja resultados críticos sobre los niveles de fraudes cometidos en empresas. El nuevo estudio, realizado en el 2010, expone cifras que en comparación con los resultados del año 2008 revelan que el fraude interno (el cometido por empleados) ha ido en aumento significativamente al pasar del 60% al 77%. Por otro lado, si en el 2008 era sorprendente ver que el daño económico anual estimado de fraudes en el sector privado en el país era de 900 millones de dólares americanos, el dato en el 2010 sobrepasa cualquier expectativa de mejora al arrojar que el daño económico estimado fue de 1,400 millones de dólares americanos.
El estudio arrojo que el fraude más común sigue siendo la malversación de activos (que se refiere a las acciones que realiza un empleado con el objetivo de lucrase con los recursos de la compañía), con un 43% de incidencia.
Los resultados son desalentadores, sobre todo ver que el nivel de incidencia de fraudes en México continua siendo de los más altos a nivel de América Latina.
Ante este panorama, es necesario que las empresas comiencen a ver a la ética no como una opción, sino como el camino necesario para contribuir con una mejora institucional y social.
Una empresa comprometida con una cultura de la legalidad desemboca en una serie de beneficios: le da renombre y prestigio social, los empleados y directivos adquieren el compromiso de aportar lo mejor en el trabajo y en la sociedad, y la compañía evita perdidas millonaria en un ambiente de productividad y prosperidad.
Si aún a pesar de todo estos datos, las compañías o instituciones no toman a la ética como una alternativa para mejorar el ambiente laboral, pueden estar determinando su empresa al fracaso.