Recuerdo cuando llegaron a la oficina dos Jóvenes, María y Roberto, interesados en poder contar con nosotros en una reunión con la cadena Seleey. Nos pedían abordar algunos temas que sirvieran de apoyo a un gran número de jovencitas que conforman esta cadena.
Inmediatamente vinieron a mi mente algunos datos de la Organización mundial de la salud, donde el suicidio se está incrementando en el mundo, sobre todos en jóvenes de 15 a 39 años, algunos de ellos por no tener herramientas para afrontar las crisis que se pueden presentar en esta etapa de la vida.
Nuestra respuesta inmediata fue SI. No podíamos dejar pasar la oportunidad de estar frente a un grupo tan numeroso. Les pregunté a María y a Roberto si contaban con algún salón, audio o proyector, y ellos me dijeron que no, que la charla sería en un parque al aire libre… pensé, ¿cómo le vamos hacer para que se escuchen nuestras voces? Le comenté a Roberto que contábamos con una bocina y micrófonos, pero no con una extensión tan grande para conectar a la electricidad. Me dijo “no hay problema tío, yo tengo un adaptador que se puede conectar a la camioneta sin ningún problema”.
Roberto había estado presente en una conferencia que impartimos unos meses atrás mi compañero Vidal y yo, en el área de posgrado de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León. La conferencia era “Resiliencia, Trascendencia y Felicidad” y le llamó la atención para compartir ese tema, solo haciéndole algunos ajustes para la realidad que estaban viviendo actualmente en la cadena Seleey.
Juntos fuimos armando la temática y le comenté a mi compañero Vidal sobre la idea de adecuar la charla y que sería en un parque al aire libre, no dudó en decirme “qué padre” y me preguntó el día y la hora. “Será en sábado a las 11:00 a.m.”, le dije, sabiendo lo que implicaba para Vidal y su papá levantarse temprano y prepararlo para estar a esa hora. Eso no fue ningún inconveniente para ellos y aceptaron con mucho gusto.
Acordé con ellos que llegaran a las 11:30 a.m. para que Vidal participara a la mitad de la charla y poder vivenciar con su ejemplo de vida los temas que se abordarían.
Al llegar al parque vi a Roberto y le pregunté que si ya estaban listos y recordó que no llevaba el adaptador para el sonido. Salió corriendo diciendo “no me tardo, no me tardo” y se fue a su casa a traer el adaptador. Pensé que eso llevaría tiempo y comencé a platicar con María, que me explicó que estaban en una dinámica y que terminándola iniciaríamos con la charla.
En esa ocasión me acompañó mi hijo Eugenio porque aparte de conocer a Roberto y a María, también conocía algunas muchachas del equipo de jefatura de la cadena. Él se arrancó saludando y platicando con sus amigas, le comenté a María que si quería que iniciáramos sin el sonido y me dijo que si, pensé “voy a tener que hablar fuerte” y dudé que se escucharan bien nuestras voces.
De repente escuché el sonido del silbato de la coordinadora de la cadena e inmediatamente empezaron a llegar de diferentes partes del parque todas las jóvenes y se sentaron en el zacate debajo de una buena sombra de árboles.
Recordé algunos pacientes con hijos adolescentes preocupados por los trastornos alimenticios, el cutting, el bullyng, los problemas del alcohol, drogas, pornografía y las relaciones sexuales y sus consecuencias en esta etapa de la vida. De esa manera fuimos hilando con algunos de estos ejemplos la importancia de tener las herramientas para afrontar las posibles crisis que se puedan presentar, tanto crisis evolutivas propias de la edad; como las inesperadas que no avisan, solo se presentan, como la pérdida de algún miembro de la familia, el reprobar alguna materia o cortar con el novio, entre otros.
Todo esto ayudó para poderles hablar de la importancia de la resiliencia, el entender que cada crisis que pasamos nos puede ayudar a fortalecernos o para entristecernos y deprimirnos, y que en ocasiones el tener el apoyo en exceso de los padres nos impide enfrentar y sacar de nosotros mismos esa fuerza interior que nos ayuda a sobreponernos de las adversidades y contar con experiencias que nos puedan ayudar a enfrentar la vida y las crisis futuras que se puedan presentar.
También hablamos de la trascendencia, que no se trata de compararnos con otros a ver quién tiene más “likes” en Facebook, o el tener la mejor ropa de marca, el mejor carro o las mejores vacaciones, sino poder entender que trascender es superarnos a nosotros mismos reconociendo nuestras fortalezas y trabajando en nuestras limitaciones, reconociendo que sirviendo a otros es más fácil descubrir habilidades de nosotros mismos que en situaciones normales no son fáciles de descubrir.
No llevaba ni cinco minutos de haber iniciado cuando llegó Roberto, entre él y Eugenio instalaron y conectaron el sonido rápidamente. Fue una gran diferencia el contar con un micrófono y bocina en un parque. Para ese entonces, ya me encontraba hablando del tema de la trascendencia, cuando veo que llega Vidal y a su papá quien dirigía y empujaba la silla de ruedas para trasportarlo.
Justo a tiempo. Les presenté a Vidal y él les platicó su vivencia y cómo le ha hecho para enfrentar la adversidad en su vida y de los proyectos que actualmente tenemos, (que es el de seguir dando conferencias, viajar y poder adquirir una camioneta con rampa y clima, y el poder hacer un cortometraje que pueda servir a otros como ejemplo para enfrentar “La vida como venga”).
El ejemplo vivo de Vidal complementó todo lo que estuvimos platicando antes de que llegara y al finalizar, algunas de ellas le hicieron preguntas, como: ¿de dónde sacas tanta fuerza para enfrentar la vida?, ¿cómo puedes sonreír y tener un sentido del humor?, algunas de ellas comentaban que sus problemas no eran nada comparado con el testimonio de Vidal.
Agradecemos a Roberto y María que pensaron en nosotros para poder compartir estos temas tan importantes con la cadena Seeley, y a Eugenio que fue el encargado de las fotos que nos hacen recordar ese gran día.
