Al estar dando un diplomado sobre escucha empática en la pastoral familiar de Monterrey, me tocó conocer a algunas personas que se encargan de apoyar a parejas que viven situaciones de crisis y los apoyan a comunicarse y encontrar nuevas formas de afrontamiento.
Me pareció excelente que existieran estos grupos, en este caso eran los del grupo CEPOIF. Entre los asistentes se encontraban Carlos y Mercedes quienes además de estar en CEPOIF, apoyaban con un grupo de adultos mayores en la parroquia de San Juan de los Lagos en San Nicolás.
En una ocasión me comentó Carlos: “ya me enteré que estás asistiendo a otros grupos a dar charlas, ¿cuándo tendrás chanza de darnos un tema en nuestra parroquia?”, le dije que me esperara porque en ese momento tenía la agenda algo llena. Pasó casi un año y en mis pendientes seguía apareciendo, “comunícate con Carlos y define una fecha”, por fin nos contactamos y fue él y Mercedes quienes me explicaron que querían que compartiera un tema sobre la resiliencia en el grupo de adultos mayores en la parroquia de San Juan de los Lagos.
Acordamos la fecha y le comenté a Vidal y a Homero, su papá, que en ese día teníamos dos invitaciones el mismo día; uno con la cadena Seeley y otro con el grupo de adultos mayores. Nos sirvió de convivencia todo ese día estar juntos y al llegar al grupo de adultos mayores nos llamó la atención que era un grupo muy numeroso.
Recuerdo una anécdota muy graciosa. Cuando ya estaba abordando el tema, pregunté al grupo si alguien me podía decir, ¿qué es la resiliencia?, y un señor levantó la mano y me dijo: “es donde vivo yo con mi hijo”; pensé, él se refiere a la residencia… después ya pude explicar la definición para aclarar que la resiliencia es la fuerza que tenemos de afrontar las adversidades en nuestra vida y que dependiendo de nuestras experiencias en la vida se puede fortalecer o debilitar.
Vimos algunos dichos y refranes que complementaban la reflexión del tema y después presenté el video de Vidal como ejemplo viviente. Para ese entonces, Vidal se encontraba en la parte de atrás con su papá. Lo presenté y lo invité a que nos acompañara a compartir con el grupo su vivencia personal, lo entrevisté y al final invité a los asistentes para hacer algunas preguntas.
Empezaron las felicitaciones y algunas preguntas para Vidal y para Homero. Uno de los asistentes definió el ejemplo de Vidal como un cubetazo de agua helada y que eso lo cuestionaba en sus miedos y sus preocupaciones, al enfrentar la vida.
Al terminar, muchos de ellos se acercaron a saludar personalmente y tomaron algunas fotos para recordar esta grandiosa experiencia.